Charlotte Cooper: Nacida en Ealing, Londres, Inglaterra, el 22 de septiembre de 1870, Charlotte Reinagle Cooper empieza a jugar al tenis en el club de su localidad natal y con 23 años gana su primer torneo. Debuta en 1893 en Wimbledon, el último año. En este año alcanza las semifinales del torneo londinense, y en 1895 logra su primer título.
Revalidó su corona al año siguiente y se convirtió de pleno derecho en una de las mejores jugadoras de su época, y todo a pesar de una grave discapacidad donde a los 26 años se quedó sorda.
Charlotte se caracterizaba por su agresivo estilo de juego y era una de las pocas mujeres que sacaba por encima de su cabeza.
A pesar de todo esto su fama mundial había llegado antes, en 1900. Se celebraban los Juegos Olímpicos de París y por primera vez las mujeres podían participar. En el torneo de tenis sólo tomaron parte de la competición seis jugadoras. Cooper derrotó a la francesa Fourrier en cuartos, a la estadounidense Jones en semifinales y a la francesa Prévost en la final, el 11 de julio de 1900, por 6-1 y 6-4 convirtiéndose así en la primera mujer campeona olímpica de la historia.
Charlotte Cooper siguió jugando al tenis hasta bien entrados los 50.
Su hijo Rex llegó a ser vicepresidente del All England Club y su hija Gwen fue jugadora profesional. Charlotte Cooper falleció el 10 de octubre de 1966, con 96 años de edad, en Helensburgh, Escocia.
Nadia Comaneci: Fue una de las primeras atletas entrenadas por Béla Károlyi. Conquistó nueve medallas olímpicas de las cuales cinco fueron oro. Además fue la primera gimnasta que obtuvo una calificación de diez puntos, denominada calificación perfecta, en una competición olímpica de gimnasia artística. También obtuvo 4 medallas del Campeonato Mundial y 12 en el Campeonato Europeo, al lado de la rusa Svetlana Khorkina.
En campeonatos nacionales fue pentacampeona del concurso completo individual.
Nadia es considerada así una de las mejores atletas femeninas de la época.
Kathrine Switzer: Fue la primera mujer en correr la maratón de Boston, prueba que estaba destinada exclusivamente a varones, con el dorsal 261. Consiguió partir de la línea de meta y llegar 4 horas y 20 minutos más tarde a la línea final. A lo largo de la carrera varios agentes de policía encargados de la seguridad de los atletas intentaron detenerla pero Katrhine contó con la ayuda de su novio y varios corredores que consiguieron que no la alcanzasen y así ella poder continuar, llegando así a la meta y pasando a ser historia del deporte femenino.
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